Las personas somos los seres más complejos que habitan este planeta, somos los únicos seres cuyo aspecto más amplio es aquel que no se ve, que no pesa, que nos hace diferentes. Estamos llenos de sentimientos, emociones, pensamientos, no hay dos personas exactamente iguales, nuestros gustos varían y nuestra personalidad y manera de ser en combinación con nuestra edad, cultura y época hacen mezclas asombrosas.
Dicen que el lenguaje es el rasgo más característico de los seres humanos, “I beg to differ” creo que el rasgo más característico de los seres humanos es la escritura, no creo que el primer hombre que plasmó sus palabras en un medio material hubiese tenido ni la más mínima conciencia de lo que acababa de ocasionar. No tan solo escribió sino que comenzó un hábito que desembocaría inevitablemente en la preservación de la raza humana; de no existir la escritura no tendríamos registro de lo que somos y de lo que fuimos, de una manera histórica, intelectual y emocional.
La escritura es el reflejo más fiel de quienes somos, al escribir podemos plasmar nuestro ser más íntimo, lo que escribimos y la manera en la que escribimos muestran nuestra personalidad. Por otro lado la lectura nos ayuda a conformarnos, al entrar en contacto con la intimidad de otra persona a través de lo que ésta ha escrito nos encontramos en presencia de sentimientos, emociones e ideas distintas a las nuestras; no pretenderé explicar porqué las palabras escritas cavan túneles tan profundos en el alma de las personas, pero si de algo estoy segura es que nos somos la misma persona cuando abrimos un libro que cuando lo cerramos, ¿por qué? Probablemente porque la humanidad de otros llama a nuestra propia humanidad en un nivel inconsciente, al leer tendemos a asimilar aquellas cosas que resuenan más, que hacen mayor eco de las cosas que sentimos y de las cosas que pensamos.
En muchas ocasiones tendemos hacia experiencias extremas, buscamos emociones nuevas y expandir nuestras capacidades y horizontes, tendemos hacia afuera; pero no nos damos cuenta de que si tendiésemos hacia adentro (no de una manera egoísta, mas bien con un afán de autoconocimiento) podríamos encontrar emociones y experiencias mucho más ricas y diversas. La lectura y la escritura son de ésas experiencias, puede llegar a ser tan romántico, extremo y emocionante como te lo permitas. No le deseo a nadie perderse la increíble experiencia que es leer y escribirse.
-C.R.A.