Era un día muy caluroso en Mérida Yucatán, yo caminaba a mi clase cuando pasé por una máquina de coca-cola, de esas en las que la coca ahora cuesta 6 pesos, saqué una moneda de 10 pesos y la puse… Clack! sonó (eso no está bien, pensé) voltee a ver hacia abajo y si, efectivamente la moneda pasó desapercibida para la máquina. saqué una moneda de menor denominación (tal vez esta si la acepta) y la historía se repite… busqué y (Si!!!) encontré un billete de veinte pesos y lo introduje a la máquina remodelada para aceptar billetes, en la pequeña pantalla análoga salió el anuncio $20.00 (ooh si!) apreté el botón de té (delicioso y refrescante) le siguió el conocido sonido de una lata cayendo, procedo a recoger la lata y (en la m**!!!) es una lata de COCA!, (ODIO la coca normaaaal, de todo lo que esa máquina vende, lo único que no me gusta es la coca, damm you!) en ese momento me quedaba el alivio de 14 pesos con los cuales compraría otro refresco que no me provocara náuseas… y claro, la máquina no sólo rechaza tus monedas, sino que también se queda con tu cambio…. en resumen compré una COCA NORMAL (wich I loathe btw) que me costó 20 pesos, la única vez que un refresco me costó $20 pude escoger el sabor y sabía por adelantado que costaba 20 pesos. Así que el señor del camión rojo que se supone que reparte felicidad, me fregó por completo al decidir que no importaba que en ese lugar debiera ir té y dijo “oh, pongamos coca en todo”… mientars tomo el amargo resultado de mi chocoaventura, si ya me costó 20 pesos, ahora me la acabo.
-C.R.A.