Lo que posteo a continuación NO LO ESCRIBÍ YO. Es de una amiga, la verdad es que me gustó mucho y lo subiré para que aquellos pocos seguidores de este blog lo puedan disfrutar…
Carta abierta a la Desesperanza
A pesar de lo evidente que resulta, necesité de mucho tiempo para concluir esta reflexión; probablemente porque en el fondo de mi corazón –y por fuera también, me resistía a darme cuenta o aceptarlo, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Al parecer, la frase “El mundo está cada vez peor” ya es parte del folklore de todas las culturas y confesiones, palabras para romper el hielo, para hacer plática, para sonar interesado, etc. Pero en realidad no es nada más que eso. En cambio, hay un número reducido de personas que quieren cambiar a ese mundo cada vez peor. La conclusión a la que he llegado es que ambos grupos están mal: unos por quejarse y los otros por querer ingenuamente hacer algo.
Nos hemos pasado todo el siglo XX tratando de cambiar al mundo y no nos damos cuenta (que es la conclusión a la que llegué) de que los que estamos mal somos nosotros y el mundo no se ha cansado de demostrarlo. Yo creo que es necesario un cambio de conciencia y una aceptación, si no, la gente que quiere cambiar las cosas morirá como aquellos que intentaron lo mismo: frustrados o asesinados…Por supuesto, esa es una de las cosas que me hicieron cambiar de opinión.
A la gente que nosotros consideramos como “buena”, la matamos. Así no más.
Matamos a Jesús por incómodo, hablador y meter en la cabeza de algunos la absurda idea de que todos somos iguales; Patrice Lumumba por quejarse demasiado del colonialismo europeo en el Congo; Felipa Poot, por decir que la mujer indígena tiene derechos como todos; Gandhi, por creer que la paz era la vía de la libertad; Martin Luther King, por soñar con un mundo sin racismo. Matamos también al Che por creer en una Latinoamérica unida y libre de tantos siglos de dolor; María Cristina Gómez, por ser líder en su comunidad de El Salvador; Víctor Jara, por no callar su inoportuno canto; Rosendo Rodilla por creer que su pueblo en Guerrero también merecía salud y educación; Harvey Milk, por andar buscando las mismas oportunidades para los homosexuales…ocurrente; John Lennon ¿quién le manda cantarle a la paz y al amor?; Chico Méndez, el ingenuo puso de moda eso de amarrarse a los árboles para que éstos no sean talados; Monseñor Romero que creyó en una Iglesia diferente y que los pobres no tenían por qué aguantar abusos de su gobierno, ahí en El Salvador; Digna Ochoa, por meterse con algo tan delicado como los Derechos Humanos en México, violada, perseguida y finalmente asesinada; y el más reciente y comprensible: una madre ejecutada en el partido de béisbol de su hijo en Ciudad Juárez, pues ¿qué? es el tipo de cosas que pasa ahí ¿qué esperaba, regresar viva a su casa?
Hemos matado cual plagas a toda esa gente. Entonces, si las plagas son malas por lo tanto, deduzco que esos son los malos de la historia y toda la gente que hasta el día de hoy consideraba como “mala” pero nadie nunca los tocó son, luego entonces, los buenos, los que hacen las cosas bien…¡Hemos estado etiquetando al revés!
No es que sea partidaria de matar a la gente mala, en serio, pero si eso hemos estado haciendo por tanto tiempo, comprendo que esa es la lógica del mundo. Nadie le ha puesto un dedo encima a Bush, salvo el loco que le tiró el zapato. Nadie le disparó a Maciel y Hitler se dio el lujo de suicidarse…afrontémoslo ¿no? adaptémonos a la realidad y así seremos más felices.
Bueno, escribo todo esto para comunicarle, Desesperanza que me uno a sus filas a partir de este día y para siempre, total ¿ya qué?
Pd. Disculpa, Desesperanza si no me he dado a entender completamente, pero ésta es mi manera de escupirte sarcásticamente en la cara…y con saliva de Utopía.
Regina Carrillo R.-V
16 de Marzo de 2010